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Palacio de Congresos y Exposiciones de la Costa del Sol

El proyecto parte de la Cooperativa de Promotores de la Costa del Sol, presidida por Alfonso de Hohenlohe que, en febrero de 1967, con la voluntad de promocionar el turismo de temporada baja adquirió 72.000 metros cuadrados de la zona norte de Torremolinos con la idea de construir un palacio de congresos, cuyo antecedente más cercano en la zona era el Hall de congresos del Hotel Alay. Se debe enmarcar en el contexto de las iniciativas destinadas al impulso del sector turístico que puso en marcha en 1965 el ministro de Información y Turismo de la época, Manuel Fraga Iribarne, dentro de las cuales se encontraba precisamente la de impulsar la construcción de nuevos palacios de congresos. Encargaron el proyecto a Rafael de la Hoz y Gerardo Olivares James.

La obra se inauguró en mayo de 1970 con la celebración del Congreso Internacional de la Unión Europea de Celulosas y Papel. Desde el primero momento se pudo comprobar su eficacia como herramienta de promoción de la Costa del Sol y de estímulo económico del territorio. Las dificultades de gestión y mantenimiento provocaron que Patrimonio Nacional comprara el palacio en 1971 que pasa así a ser propiedad estatal bajo la gestión del Ministerio de Información y Turismo.

De acuerdo con el programa que procuran De la Hoz y Olivares en la revista Arquitectura (junio 1971), el Palacio se situaba sobre una pequeña colina, dominando el núcleo urbano y con impresionante vista panorámica de la costa. Su programa sigue las recomendaciones de la UNESCO para este tipo de instalaciones, y los espacios responden principalmente a dos programas: el grupo «Asambleas», con salas que van desde un aforo de 906 plazas, la mayor, hasta salas de reuniones para 20 delegados (las menores), y el grupo «Oficinas permanentes» (para dirección, secretaría, administración, etc.).

La composición del edificio tiene como punto de partida la diferenciación de cuatro funciones en otras tantas zonas: la de delegados, cuyo acceso y trabajo sin interferencias es la preocupación fundamental, la de público, la de oficinas y la de servicios e instalaciones. El conjunto está presidido por un gran patio circular central con techo traslúcido, que permite su iluminación natural, así como un ambiente de recogimiento. Está bordeado por uno de los elementos más característicos del edificio, las escaleras que permiten la comunicación entre los ambientes de público y el de delegados, situados en dos plantas superpuestas cada una de las cuales cuenta con acceso directo.

Respecto a la composición de volúmenes, los arquitectos escribían: «La organización del edificio hace expresarse exteriormente la gama completa de locales de asamblea en una espiral decreciente de volúmenes ciegos que se equilibran con la apertura del salón de exposiciones.» El exterior traduce netamente la división funcional del espacio en el interior: así, se perciben con nitidez los volúmenes octogonales, opacos y de distintas dimensiones, ordenados de mayor a menor que albergan las salas de congresos de aforos variables, así como el cuerpo fusiforme, en el extremo opuesto, destinado a las oficinas, y que gradúa la luz por medio de la sucesión de bandas opacas y transparentes. El conjunto se percibe como una gran espiral que, gracias la disposición de las salas de asamblea por encima de la cota del terreno, da la sensación de estar levitando. De este modo, se podría afirmar que la mera descripción funcional del proyecto no refleja con toda fidelidad la extraordinaria originalidad formal y la capacidad metafórica de este edificio: de su impecable organización funcionalista del espacio deriva una planta centralizada de diseño inesperado. Su desarrollo helicoidal, aunque firmemente anclado a las necesidades prácticas de su programa, da pábulo a la multitud de imágenes y metáforas que puede convocar la forma espiral, la concha de un caracol o de una caracola marina, procedente, no podía ser de otro modo, de ese mar que aún hoy, en plena Costa del Sol, consigue verse en el horizonte desde la colina del palacio. Y ello provoca que nos encontremos ante una avanzadilla de la recuperación del “olvidado simbolismo de la forma arquitectónica” que Robert Venturi y la arquitectura posmoderna norteamericana reinvidicarán con voz cada vez más fuerte a lo largo de las décadas de los sesenta y setenta.

Funcionalismo, metáforas marinas, geometrías aúreas, no agotan sin embargo el potencial evocador de este edificio: pues aún queda el asombro de una visión casi alucinante, la que provoca el hall central, con su inaudita lámpara de cristales en el centro de un techo de despiece radial, como gotas de una cascada derramándose sobre el centro de la composición. Se crea así un efecto dramático que muy probablemente habría hecho las delicias de los expresionistas alemanes de entreguerras, curtidos en la explotación de las cualidades visionarias y utópicas del vidrio.

Todo ello sitúa esta obra dentro de un lenguaje organicista, con rasgos netamente brutalistas por la forma en que se utiliza el hormigón. Y parece adecuarse bien a lo que Rafael de la Hoz escribió en cierta ocasión «que la arquitectura no es otra cosa que la ordenación del espacio para la felicidad del hombre».

Galería


Mapa Proyecto


Bibliografía

ARENAS GÓMEZ, A., Historia de la Costa del Sol, Diario Sur, Málaga, 1998.

LA HOZ, R. de y OLIVARES, G., «Palacio de congresos y exposiciones de la Costa del Sol», Arquitectura. Órgano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, n. 150, junio 1971, pp. 9-13.

PEÑA AMARO, A., DÍAZ LÓPEZ, J., y DAROCA BRUÑO, F., Rafael de la Hoz arquitecto. Catálogo de obras y proyectos, Demarcación en Córdoba del Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía Oriental, Córdoba, 1991.

PÉREZ ARROYO, S., Los años críticos. 10 arquitectos españoles, Fundación Antonio Camuñas, Madrid, 2003.

PRADOS DE LA PLAZA, F., «Arte del siglo XX. Rafael de la Hoz», Goya, n. 247-248, julio-octubre 1995.

VV.AA., Arquitectos 158. Rafael de la Hoz. Medalla de Oro de la arquitectura 2000, Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, Madrid, 2000.

VV.AA., Itinerarios de arquitectura 02: Rafael de la Hoz, Fundación Arquitectura Contemporánea, Córdoba, 2005.

Observaciones

Su denominación original fue Palacio de Congresos y Exposiciones (P.C.E.), a la que, por razones evidentes cuando se presta atención a estas siglas, se le acabó añadiendo una N de Nacional, pasando a llamarse Palacio Nacional de Exposiciones y Congresos. Los espacios destinados a la función expositiva nunca llegaron a construirse. Actualmente también se conoce como Palacio de Ferias y Exposiciones de la Costa del Sol.

Información General

Denominación:Palacio de Congresos y Exposiciones de la Costa del Sol
Dirección:Calle México, 3, Palacio de Ferias y Exposiciones de la Costa del Sol
Zona:Torremolinos
Estado de Conservación:Bueno
Protección:Sin protección
Tipologia:Equipamiento público
Usos:Ocio y hostelería
Estilo:

Estilo Internacional

Agentes: