El Archivo Histórico Provincial (inicialmente denominado Archivo de Protocolos), fue creado administrativamente en 1931, pero falto de una sede donde custodiar los legajos centenarios hasta la inauguración de la Casa de la Cultura en 1956, en la que ocupó la planta baja. La demolición de este edificio para permitir la recuperación del teatro romano existente bajo sus cimientos ocasionó el traslado del archivo en 1994 a una sede provisional, donde permaneció hasta su definitivo traslado a la sede actual.
La disponibilidad de una amplia parcela -antiguas huertas del cercano monasterio de trinitarios-, ha jugado en favor del proyecto, que ha generado un edificio exento circundado de amplios y cuidados espacios libres, usados como aparcamiento y jardines que juegan en favor de la seguridad exigida por el uso del inmueble y de su rotundidad volumétrica. La diferencia de cota de nivel con el edificio monacal colindante se ha solventado mediante terrazas ajardinadas y una escalinata central, afrontando las portadas de ambos edificios en previsión de que una futura rehabilitación del convento lo dote de un uso cultural que será complementario al del archivo. De esta forma, una de las virtudes del proyecto es la plena adecuación al lugar y a las necesidades existentes y futuras. Otro de sus inexcusables aciertos es el de atenerse a las medidas normativas referidas a la conservación de los valiosos documentos en él custodiados.
El edificio en sí ha sido resuelto mediante el aditamento de diversos volúmenes poliédricos de diferentes tamaños, cuidando siempre sus proporciones para que el resultado resulte armónico. Dispone de un recubrimiento pétreo con despiece regular que enfatiza su limpidez volumétrica. Los vanos, muchos de ellos alargados en formato vertical, a modo de saeteras, guardan también este requisito de las proporciones de forma que trascienden su mera funcionalidad para asumir un considerable rol en la composición de las fachadas. Los patios y terrazas intercalados entre los cubos y poliedros garantizan la correcta iluminación de las diferentes dependencias. Entre ellos destaca un amplio espacio diáfano, cubierto con una original celosía que aporta iluminación cenital, que discurre en sentido longitudinal por el edificio separando la zona de acceso público de la reservada.
En el interior, la amplitud espacial propicia la funcionalidad para todos los usuarios, investigadores y técnicos, revalorizando los espacios el cuidado que se ha dispensado a los materiales, tanto a los nobles -ágata del pavimento- como a los más convencionales, como el hormigón visto de las grandes columnas. Esta amigabilidad se pone de manifiesto especialmente en la sala de investigadores, cuya espacialidad permite que resulte cruzada por una amplia pasarela dispuesta en altura sobre robustas columnas, que cumple una función de mejorar las comunicaciones entre las distintas dependencias y singulariza el espacio, sin que éste se vea perjudicado. A la luz natural aportada por los amplios ventanales al exterior se suma la cenital procedente de vanos apaisados dispuestos en la zona superior de uno de los muros. Los aspectos técnicos -alimentación eléctrica individualizada en las mesas, luminarias individualizadas…-, confirman que el diseño del edificio se hizo teniendo en cuenta y conociendo las necesidades de los usuarios.
Sala de exposiciones, de restauración de documentos, atención e información al usuario… indican que los ciudadanos que visitan este lugar son diversos y con expectativas distintas.
FRM
